jueves, 20 de noviembre de 2014

"golpes de realidad"

Hoy he vivido de manera un tanto injusta, unas de esas brutales sensaciones que caen de manera implacable derrumbando aquello que, guiado por una ilusión tan ingenua como poderosa, había ido construyendo poco a poco. Es cruel, aunque suene tópico, que lo que has ido erigiendo de manera paciente y continua, colapse tan súbitamente; sin que puedas hacer nada más que observar como tu obra se viene abajo. Pero no es cierto. No es así. No eres un mero espectador. Aunque no puedas evitar esa emoción que te muestra de manera cruel como todo se viene abajo, sí que se puede destilar algo de todo este caos. Estos "golpes de realidad" aunque me desaniman, no hacen sino reafirmarme en la profunda certeza de que, paradójicamente, es el momento de perseverar. Ahora o nunca. 

sábado, 30 de agosto de 2014

Abro el tema con un comentario del nuevo arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, que cubre la vacante que deja Carlos Osoro, quién ocupa a su vez la plaza que deja Rouco Varela, el que fuera por muchos años portavoz de la conferencia episcopal, y que fue recientemente "jubilado" como arzobispo de Madrid. Comentario del 2009: "no es comparable lo que haya podido pasar en unos cuantos colegios, con los millones de vidas destruidas por el aborto" para justificar los abusos a menores en el seno de la Iglesia católica.

Claro, con estos precedentes, cualquier cambio en los cargos en la jerarquía de la iglesia, nos parece un progreso. Así, se podía escuchar estos días en los medios denominar "aperturista" Carlos Osoro, nuevo relevo de Rouco en el Arzobispado de Madrid, simplemente por condenar algo que, más allá de ser un delito, es una auténtica aberración. Por supuesto, si comparamos al nuevo arzobispo de Madrid con los que piden un alzamiento militar como el del 36 en su homilía, o el propio Rouco, el reciente relevo es un verdadero revolucionario. Pero que no nos engañen. No nos dejemos engañar. La iglesia siempre ha ido avanzando a trompicones a medida que una sociedad, sin seguir sus dictados, y precisamente por su secularización, abre camino hacia el futuro. El catolicismo se va adaptando a un entorno cambiante solamente para sobrevivir y no desaparecer, revelando con ello sus intereses más mundanos, destapando sus raíces para nada divinas. Pero siempre es ella la que pone las zancadillas. No olvidemos pues, que el conservadurismo es el dogma de la iglesia.